La historia es singular, el sitio y el personaje confluyen en una historia propiamente interesante. Se llama Werner Jaisli y está construyendo algo insólito: un ovnipuerto, nada menos que en Cachi.
La construcción que tiene mucho de dibujo esotérico –como conviene al suceso- quiere ser una suerte de pista de aterrizaje para los eventuales visitantes del espacio exterior.
No sólo la idea es extravagante, también lo es la vestimenta del sujeto que va ataviado como un druida, para quienes han leído las historietas de Asterix, pueden comprender de qué se trata. Todo está bien excepto sus botas estilo tejano, para protegerse de los ofidios y arácnidos.
La particular pista, desde el aire se asemeja a una Rosa de los Vientos superpuesta, que según el particular residente le ha sido pedida por los propios navegantes del espacio.
Hay que decir que la región es propicia para ese tipo de manifestaciones y no son pocos los que a lo largo de estos años dicen haber visto manifestarse en los cielos cacheños objetos voladores de distintas dimensiones y colores.
Alguna teoría llega a decir que el Nevado de Cachi alberga en su interior habitantes del espacio exterior; pero en realidad ni nada es cierto ni nada puede ser comprobado, salvo esta ingeniosa muestra de Werner.
Quizás, quienes sonríen frente a la ocurrencia de Werner, sean los mismos que un día acudan a él para pedirle un lugar en las naves que dice salvarán del Apocalipsis a una porción del universo.
Con info de: El intransigente